¡Dulcísimo
Jesús Nazareno, fuente de amor, Padre de misericordia
y Dios de toda consolación, que tanto amor tenéis
a quien tan poco os ama!, haced que os ame como os aman los ángeles
y que de corazón os diga: ¡Jesús mío,
os amo!
Cuantas veces
abra mis labios; cuantas mueva mis pies y manos; cuantas latidos
mi corazón, quisiera deciros en verdad que os amo. Y deseara
repetir este deseo de amaros más veces que estrellas hay
en el ciclo, más que hojas tienen los árboles,
más que gotas contiene el océano, más que
arenas se encuentren en las playas y más que hierbas cubren
los campos.
¡Quién
me diera, Jesús mío, amaros por todas los que no
os aman, amaros más que os aborrecen y ofenden todos los
pecadores. Abrasadlos, Jesús mío, a todos, en vuestro
santo amor, y abrasad este mi frío corazón, para
que amándoos viva y amándoos muera. Amén.
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